La
civilización se desenmascara por un vandalismo
sancionado por el estado. No solamente están
amenazados los lugares naturales lejanos dignos de
protección medioambiental desde la Antártida
hasta la selva tropical, desde las zonas oceánicas
profundas hasta la atmósfera, sino incluso los
ámbitos cultural y
psicológico.
UNA
NUEVA CRISIS O EL COLAPSO
Jorge
Sánchez Rodríguez
(versión
pdf)
INTRODUCCIÓN
No
creo que ninguna persona laboriosa, sea un albañil,
un carpintero, un agricultor, un investigador, un
médico, etc. pudiera resistir largo tiempo cerrando
los ojos a los resultados de su trabajo. Los HECHOS son
siempre la mejor prueba, la única prueba de
verificación de que la tarea emprendida ha dado o no
los resultados apetecidos. A partir de estos resultados se
puede corregir, rectificar, mejorar o hasta cambiar
radicalmente los métodos, las herramientas o los
sistemas empleados. A partir de los HECHOS podemos
desarrollar nuevas aplicaciones científicas y hacer
de otros sueños futuras realidades.
Cuando
los HECHOS son sistemáticamente obviados (OBVIAR:
negar o evitar lo que puede ser contrario) el resultado es
la esclerosis tanto del albañil, como del carpintero,
como del agricultor, como del investigador, como del
médico. Obviar los hechos representa la más
absoluta negación a utilizar el mejor instrumento de
los humanos: la inteligencia. Obviar los hechos es el campo
abonado para la metafísica.
Para
una gran mayoría de los actuales politólogos e
intelectuales, obviar los hechos que acontecen en el mundo,
el gran proceso de destrucción en el que estamos
inmersos y el verdadero significado de la actual crisis, es
el pan nuestro de cada día... Así, sus
discursos vacíos, metafísicos y de espaldas a
la realidad, van cayendo en el inagotable saco agujereado de
la inutilidad y de la insensatez. El rigor científico
con el que la sociedad aborda sus tareas cotidianas, es
necesario que también impregne cada vez más la
sociología, la política, la economía, y
a todas aquellas materias que han intentado explicar e
influir en el pensamiento y en el comportamiento de los
seres humanos.
Mil
discursos y cientos de páginas escritas para nada.
Cientos de nuevas palabras inventadas, de nuevos recursos
morales y filosóficos, de retórica de buenas
intenciones, de frases ingeniosas y rebuscadas devienen
sencillamente en papel mojado. LOS HECHOS AVANZAN
IMPLACABLEMENTE. Y mientras los HECHOS siguen determinando
la historia de los hombres ellos continúan
preguntándose por el sexo de los ángeles.
Ellos
no comprenden que la Historia recorrida hasta nuestros
días ha sacrificado la verdad, la justicia y los
grandes ideales AL PODER, y siempre ha condenado a muerte a
aquellos hombres y a todos los pueblos para quienes la
verdad fue más importante que la ACCION, y la
justicia más esencial que la FUERZA.
Frente
a la destrucción del mundo, no es tiempo de grandes
ideales ni de verdades filosóficas. Son momentos en
que solamente la acción decidida de los pueblos puede
cambiar el rumbo de la Historia. Apenas nos queda margen ni
tiempo para elegir entre esto o aquello. Solamente podemos
hacer lo necesario o no hacer nada... y esperar sumisamente
un gran periodo de destrucción y aniquilación
humana.
Esto
que ustedes no entienden y que les puede parecer un discurso
catastrofista, es el auténtico drama humano, (los
HECHOS), en el que viven millones de pobladores del Planeta,
de jóvenes sin esperanza, de niños desnutridos
y acosados por pandemias, de hombres y mujeres que no
llegarán a vivir más de treinta y pico de
años, de pueblos enteros que se debaten entre el
éxodo o la extinción...
Estos
hechos son irrefutables y toda la palabrería
moralista para torcer este proceso se ha demostrado
absolutamente vana y fracasada.
Quien
no quiera reconocer que estamos en una crisis distinta a
otras crisis vividas anteriormente está ciego. Esta
es una crisis límite.
LA
CRISIS DEL SISTEMA
Ni
el robo, ni el saqueo, ni la corrupción, ni la
especulación, auguran ninguna crisis de un sistema
económico. Todo esto ha tenido lugar en todas las
épocas y en todos los sistemas sociales aún en
sus momentos de mayor auge y esplendor. Podríamos
relatar un sin fin de tales situaciones, tanto en las
dinastías egipcias como en las chinescas, como en la
Roma Imperial, como en el Medioevo, como en la
construcción de los ferrocarriles americanos, como en
la expansión colonialista, etc.
Una
sociedad sustentada en el "derecho a la propiedad de unos"
(o negación de este derecho a otros) ya ha legalizado
de hecho el robo, el saqueo, la corrupción y la
especulación.
Es
cuando la sociedad no puede seguir avanzando bajo unas
relaciones determinadas que decimos que el modo de
producción está en crisis y cuando esta crisis
es irresoluble podemos hablar de colapso.
Cuando
se llega a esta situación se asiste a un cambio
sustancial en la FORMA con la que los sectores privilegiados
intentan conservar el PODER.
La
situación actual no es ninguna novedad en la
Historia. Cuando el modelo de producción entra en
decadencia, el poder ya no puede sostener la estructura
legal y jurídica (lo que llamamos el Estado de
Derecho) con la que ejerció la sumisión de sus
súbditos. Como el "modelo de producción" (por
ineficacia) se transforma simplemente en un descarado
"modelo de saqueo y pillaje" lo que aflora de manera
descarnada es el derecho de la fuerza. Las leyes de la
guerra, del saqueo, de la destrucción y la
imposición de la paz de los guerreros, se imponen
como los únicos principios de estabilidad y de orden
social.
Cuando
esto ocurre se abre un periodo de un gran retroceso y
anquilosamiento de la sociedad. Son procesos de una gran
destrucción.
Cuando
el aparato político-militar toma directamente las
riendas de esta nueva estructura del Poder, solo podemos
hablar de las leyes de la fuerza. La burguesía que
lideró el modelo de producción capitalista,
con su instrumento: la Democracia, ya ha cedido su mando a
un funcionariado oligárquico, criminal y mafioso, que
necesariamente se servirá de un nuevo instrumento:
las legiones. Los 380.000 millones de dólares del
presupuesto de Defensa de los Estados Unidos (pendiente de
una nueva petición de aumento de 35.000 millones) y
los 38.000 millones de dólares para un
macrodepartamento de Seguridad Interior en donde
trabajarán 170.000 funcionarios (a parte de la CIA y
del FBI), no dejan opción a la menor duda. El
Cesarismo ha sustituido a la Democracia. El Senado romano
siempre entendió muy bien lo que sucedía
cuando las legiones atravesaban el Rubicón.
Estas
reflexiones generales ya forman parte del discurso de muchos
analistas y estudiosos. Se escribe constantemente del
Imperio, del Nuevo Orden Mundial, de Estados Canallas, de
economías destructivas, de oligarquías
mafiosas y criminales, de capitalismo de casino, etc. Pero
todo parece indicar, para algunos, que el problema
está en la FORMA en la que un grupo de
cleptómanos malvados y especuladores han relegado a
un segundo término a un capitalismo productivo,
tecnológicamente avanzado (que sigue estando en el
centro de la vida económica de las sociedades) y que
de alguna manera misteriosa puede aún aplicar ciertas
medidas correctivas (especialmente morales y éticas)
en la producción y la distribución de la
riqueza. Tal vez les refrescará la memoria un
párrafo de Malthus sacado de su obra "Ensayo sobre el
principio de la Población" (1798): Quien nazca en un
mundo que ya ha sido objeto de apropiación privada y
no tenga medios de subsistencia ni de sus padres ni de su
trabajo, no tiene derecho a que le mantengan los
demás; en realidad, es un ser inútil en este
mundo. Ningún plato le está reservado en la
gran mesa de la Naturaleza, La naturaleza decreta que debe
irse, y él no tarda en acatar esta órden. Se
trata en definitiva de "seguir alimentando a este
capitalismo productivo de los valores éticos que
promuevan la solidaridad de las naciones y la equidad en el
mundo, frente a un capitalismo de rapiña y de
especulación financiera" (Adrian Salbuchi: "Argentina
en manos de la mafia mundial").
Yo
les podría decir que ustedes viven aún en el
siglo pasado. Es probable que las mentes de las
élites que gobiernan el mundo fueran desenmascaradas
por cualquier análisis médico o
psiquiátrico riguroso. A buen seguro que no son
simples cleptómanos. Pero en todo caso no son en
demasía diferentes (en criminalidad y sadismo) a las
mentes que gobernaban el Antiguo Régimen, por
ejemplo. Pero el derrumbamiento del Antiguo Régimen
no puede ser analizado por la salud mental de sus dirigentes
ni por la legitimidad moral o ética de sus
instituciones.
La
legitimación de un sistema social (la
legitimación de la defensa, la justificación,
y el mantenimiento de las leyes que lo sustentan) tiene un
carácter colectivo e impregna en la vida, el
pensamiento y el comportamiento de todos los miembros de la
sociedad. Aunque esté regido por la fuerza necesita
imperiosamente ser impuesto por unos y aceptado por otros.
La
ilegitimación del Antiguo Régimen la
encontrarán fácilmente en su incapacidad de
desarrollar la máquina de vapor, el ferrocarril, los
nuevos sistemas fabriles, la industria siderúrgica,
el comercio, etc. Es decir cuando el conjunto de relaciones
de producción que constituyen la estructura
económica de la sociedad, representan un absoluto
freno para el desarrollo de las fuerzas productivas
empujadas imparablemente por las nuevas adquisiciones del
conocimiento humano.
Toda
la estructura jurídica y política de la vieja
sociedad sólo se puede sostener, entonces, por la
fuerza y la brutalidad. No me extraña en absoluto que
la mayoría de analistas no alcancen a criticar mas
allá de las FORMAS en que se sostienen estos estadios
de gran contradicción entre el modelo
económico y el desarrollo de las fuerzas productivas.
Obviar el contenido de esta contradicción no
significa más que obviar el verdadero meollo de la
cuestión: las relaciones de PROPIEDAD que sustentan
el modelo económico en decadencia. Pero esta
cuestión parece ser un hecho menor o poco menos que
intocable.
Como
es un asunto menor o intocable, no es nada extraño
encontrar aún voces que claman a las burguesía
nacionales emprendedoras (pero impedidas y ahogadas por la
fuerza de una oligarquía militarista y especuladora)
para que tomen el mando de un modelo capitalista
ético y equitativo.
Ellos
obvian la Historia. Las burguesías nacionales ya
realizaron esta tarea. Unas fueron derrotadas y otras se
erigieron en el liderazgo de la nueva oligarquía
mundial que domina el mundo. La Segunda Guerra Mundial y el
derrumbamiento de la URSS ya ha definido con bastante
claridad la composición del Imperio. Las guerras
imperialistas ya han terminado.
Esta
oligarquía mundial es el resultado de una gran
concentración de capital industrial y financiero
basado en el expolio de los recursos de la Tierra y en la
apropiación de los resultados de una gran
revolución industrial, científica y
tecnológica. Globalización e Imperio no son
más que la vertiente económica y
política de un mismo fenómeno. Se ha producido
una gran concentración de la PROPIEDAD .
Entraría
pues en su lógica clamar por la vuelta a atrás
de la Historia: ¡que las burguesías nacionales
vuelvan a recuperar la propiedad sobre sus territorios, de
sus industrias, de sus entidades financieras, etc.
Proponer
de nuevo lo que históricamente ya ha acontecido es
simplemente un sarcasmo.
El
Mercado Común Europeo, el ALCA y el recientemente
constituido Mercado Africano no son más que intentos
desesperados, no para enfrentarse con esta oligarquía
mundial, sino para intentar subirse a su carro. Con toda
posibilidad, estos nuevos mercados regionales se
convertirán en grandes infraestructuras coercitivas
(militares y tributarias) al servicio del Imperio para el
expolio de sus ciudadanos. La gran fuga de capitales hacia
los centros del poder es el hecho más significativo.
Toda
la ficticia libertad de los mercados nacionales o de los
mercados agrupados para operar y negociar acuerdos
comerciales en el marco de lo que se vino a denominar libre
mercado o libre competencia (que en los mismos EEUU
dependía del Capitolio, es decir del poder
legislativo estadounidense), también ha terminado. La
nueva ley impuesta por George Bush (27 de julio), el fast
track, permitirá que sea el aparato político
militar que detenta el poder, quien directamente apruebe los
acuerdos comerciales de las empresas norteamericanas. Los
grandes lobbys ya no necesitarán actuar sobre el
Congreso y el Senado para que se aprueben políticas
favorables a sus intereses. Bastará la autoridad de
Bush.
En
cierta manera podemos decir que este modelo de "saqueo y
pillaje" del mundo, va adquiriendo una nueva estructura
legal y jurídica que nada tiene que ver con la que la
"honorable y honesta" burguesía enmascaraba su poder
en el siglo XVIII.
Este
capitalismo de rapiña, mafioso, destructor y
criminal, no es más que el desenlace histórico
inevitable de aquel capitalismo productivo, emprendedor y
desarrollista cuando entra en plena decadencia.
Pedir
a la burguesía que defienda los valores
éticos, que promuevan la solidaridad de las naciones
y la equidad en el mundo, es obviar que esta
burguesía ya no existe, que la Sociedad de las
Naciones ya hace años que desapareció y que la
Organización de las Naciones Unidas ya ha quebrado.
La
gran concentración de la Propiedad que se ha
producido en las últimas décadas es, en si
misma, la realización absoluta del sistema y es, a su
vez, (cuando alcanza los límites absolutos)
precursora de su total agotamiento. Cuando la
privatización del mundo alcance su máxima
realización, la crisis ya no podrá ser
resuelta dentro de sus propios espacios.
(...)"Una
formación social nunca declina antes que se hayan
desarrollado todas las fuerzas productivas que ella, en toda
su extensión, es capaz de contener y nunca surgen
nuevas relaciones de producción superiores antes de
que sus condiciones materiales de existencia hayan sido
generadas en el seno de la vieja sociedad. Es por esto que
la Humanidad nunca se propone realizar tareas que no pueden
ser llevadas a cabo, ya que si analizamos bien las cosas,
llegaremos siempre a la conclusión de que la propia
tarea solo surge si las condiciones materiales de su
resolución ya existen de antemano, o por lo menos
existen en vías de formación". (Marx, en el
prefacio de la "Crítica de la economía
política").
La
inmensa capacidad de desarrollar las fuerzas productivas que
la Humanidad ha alcanzado camina en el sentido contrario al
de la parcelación o individualización de la
propiedad. Hace muchos siglos que caminamos en el sentido
contrario. Es ceguera intelectual no comprender este
proceso. La vuelta atrás es impensable: no podemos
volver a parcelar los cielos, los mares, los territorios,
los recursos naturales, etc. Nuestro Patrimonio Común
es único e indivisible y la próxima tarea de
los ciudadanos del mundo será sin duda alguna evitar
que éste sea nuevamente privatizado por individuos o
grupos de individuos, por naciones o grupo de naciones para
su beneficio privado.
El
proceso de concentración que se está
realizando dentro del sistema capitalista, la Humanidad en
su conjunto la terminará.
LA
CRISIS DEL TRABAJO ASALARIADO ES LA CRISIS DEL
CAPITAL
La
crisis del sistema es el final de un proceso
histórico en donde la manera de organizar la
producción y la distribución de la riqueza nos
acercan a un callejón sin salida.
Por
primera vez en la Historia el trabajo humano es considerado
como un COSTO de producción a eliminar o suprimir. En
la sociedad de esclavos el expolio del trabajo humano era de
las 24 horas. En el feudalismo era prácticamente de
sol a sol. En las primeras sociedades industriales las
jornadas laborales alcanzaban de 14 o 16 horas. Más
tarde la reducción de la jornada laboral que
impusieron las luchas de los trabajadores, constituyó
un notable descenso del tiempo de trabajo apropiado (en 1936
en Francia ya se estableció la jornada de 40 horas
semanales) fue recuperada por un incremento muy importante
de ingentes masas de trabajadores asalariados, y en la
implantación de sistemas tayloristas de
producción que acompañaron a las constantes
innovaciones tecnológicas. Más
fábricas, más trabajadores, incesantes
innovaciones tecnológicas y una gran
racionalización del trabajo hizo posible una gran
etapa de acumulación capitalista.
Las
crisis cíclicas (ciclos de Kondrayev) no asustaban a
los economistas. El circulo capital-mercancía-capital
parecía no interrumpirse.
Durante
todos estos periodos de expansión y de
concentración capitalista ya se dieron los diferentes
síntomas de unas crisis inherentes al modo de
producción que de una manera rigurosa ya fueron
analizadas por Karl Marx en el año 1858 en los
borradores preparatorios a "El Capital". La
sobreproducción, el paro, las crisis
bursátiles, las guerras destructivas, los procesos
migratorios actuales no son ni mucho menos síntomas
novedosos o sorprendentes.
Lo
verdaderamente relevante (que el análisis de Marx
desarrolla y anticipa) es la continua desvalorización
del trabajo humano en la medida que el ingenio, la destreza,
la técnica, la rapidez, la perfección... el
vertiginoso avance de los conocimientos aplicados que los
seres humanos hemos ido transmitiendo, acumulando y
aumentando sin cesar, los hemos ido depositando en
artilugios tecnológicos que pueden producir mucho
más y mucho mas eficazmente. La reducción del
tiempo de trabajo necesario hace inviable que este siga
siendo la única medida del valor y la única
fuente de riqueza. La desvalorización del trabajo
representa la desvalorización del Capital por cuanto
el círculo capital-mercancía-capital se ha
interrumpido.
Tanto
es así, que el trabajador en la actualidad, en la
llamada sociedad de la tercera revolución
tecnológica, estará obligado a trabajar muchas
más horas y en peores condiciones laborales que los
antepasados que trabajaban con maquinaria mucho menos
adelantada y observará con indignación que su
salario va perdiendo progresivamente su valor de cambio en
la medida que la tecnología se haga cada vez
más eficiente.
Este
hecho contradictorio no es más que el resultado de un
cambio profundo en las relaciones de producción: el
carácter individual de la fuerza física de
trabajo (perfectamente calculable) se ha transformado en
otra fuerza de carácter colectivo (el conocimiento:
investigación, comunicación,
información, etc) mucho más eficiente.
La
revalorización del Capital ha llegado a sus
límites.
Mientras
nuestra capacidad de producir ha aumentado de manera
espectacular, NADA EXISTE ni puede existir si no pude ser
convertido en mercancía, es decir sin adquirir un
valor de cambio: sino puede venderse.
Un
ciudadano argentino me escribía: ..."En una
hectárea de trigo en la provincia de Buenos Aires se
cosecharon once toneladas de trigo, probablemente un
récord mundial. En el año 2001, Argentina
produjo 70 millones de toneladas de cereales, o sea dos mil
kilos por habitante. Si a eso le sumas la producción
de carne de vaca, ovejas, cerdos, pollos, pesca,
lácteos, frutas y hortalizas, producimos más
de 3.000 kilos de alimentos por habitante por año.
Expertos en alimentos calcularon que Argentina, si no
exportara sus cereales podría alimentar a 300
millones de personas. Nuestra población es de 36
millones (...) Acá no se ara la tierra. El suelo es
tan fértil que no hace falta. Se practica la siembra
directa, es el país del mundo donde se practica
más la siembra directa que consiste en eliminar las
hierbas con herbicidas y luego sembrar directamente sin
remover el suelo (...) Más de 7 millones de
argentinos en este mismo momento, comen menos de lo
necesario para sobrevivir, o sea están en peligro de
desnutrición e incluso de muerte...".
Los
ciudadanos argentinos continuarán trabajando la
tierra pero seguirán viendo sus graneros
vacíos. Ellos no podrán comprar aún
cuando el precio mundial de los cereales seguirá
también desvalorizándose (precios a la baja
para el productor y al alza para el consumidor) . Como se
desvaloriza el café, la leche, la caña de
azúcar, el cacao, ... el acero o el petróleo.
Cuando los graneros del Imperio estén a rebosar y no
necesiten sus cereales, se quemarán si es preciso sus
campos de trigo porque no pueden existir para su USO, solo
existen para el CAMBIO.
Es
así como el Capital ha sentenciado a una gran parte
de la Humanidad y es así como continentes enteros se
han convertido en simples reservorios de recursos para un
pequeño sector privilegiado de la población
mundial. Los periodos en donde en estos países
expoliados se intentaba mantener una cierta estructura
política, con el intercambio de materias
primeras-armamento con el que sus capataces podían
mantener un enorme séquito de funcionarios y fuerzas
represivas para someter a sus desesperanzados pobladores en
la mas absoluta rendición, parece también
haber acabado. Simplemente se ha optado por una selecta y
demoledora fuerza militar vigilante de gaseoductos,
acueductos, centros de materias primeras, etc. que asiste
impasible al desmembramiento, luchas fratricidas y
autoaniquilación de los pueblos expoliados.
Afganistán y Colombia son dos ejemplos de ello.
LA
DESTRUCCIÓN
Cuando
en la mayoría de los países estamos asistiendo
no solamente a un gran retroceso de procesos de desarrollo
anteriormente emprendidos, sino tambien a una gran
destrucción y aniquilación humana (el PIB de
los pobladores africanos es un 30% inferior al de 1980)
hemos de entender que estos HECHOS no son banales sino que
corresponden a una manera determinada con la que el PODER
está respondiendo ante la crisis del sistema.
No
es casualidad que el saqueo vaya acompañado
indisolublemente con la destrucción de los medios y
de la infraestructura básica de los países
expoliados.
Cualquier
guerra, cualquier conflicto religioso, cualquier plan
antiterrorista, cualquier operación humanitaria ...
no es más que la antesala de un futuro saqueo y las
trompetas anunciadoras de una gran destrucción. La
guerra de Yugoslavia fue premonitoria. Los expertos
militares aún no pueden explicarse el bombardeo de
los puentes sobre el Danuvio.
Se
trata simplemente de abortar cualquier posibilidad de
desarrollo que la demanda SOLVENTE no pueda absorber. La
diosa ley de la oferta y la demanda debería ser
invalidada y sustituida por la ley de la oferta y la demanda
solvente. Los alimentos no son para comer sino para vender,
las medicinas no son para curar sino para vender, la
música no es para escuchar sino para vender, el agua
no es para beber sino para vender, ...
Los
conservacionistas llevan razón cuando nos advierten
que haría falta tres Planetas como la Tierra para
poder hacer generalizable el modelo de progreso actual. Pero
no existe ninguna razón científica que pueda
demostrar que las necesidades humanas de primera
categoría (la alimentación, la salud, la
educación y el cobijo) no puedan ser atendidas
adecuadamente. No existe ninguna razón
científica que pueda demostrar que otras necesidades
de bienestar y confort que hemos alcanzado algunas
sociedades industrializadas occidentales no puedan ser una
gran parte también generalizadas.
No
existen razones rigurosas que expliquen porque el nivel de
vida de muchos pobladores de la Tierra se esté
deteriorando progresivamente, porque no podemos acortar la
jornada laboral, porque las sulfamidas no lleguen a los
niños enfermos de diarrea, ni las vacunas alcancen a
terminar con enfermedades endémicas absolutamente
conocidas por la Ciencia, porque los cereales se
vacían de los graneros de los pueblos hambrientos,
porque el agua potable, la luz y el teléfono sean
aún desconocidos por una gran parte de los habitantes
de la Tierra, etc.
No
existe ninguna razón que pueda explicar que
conocimientos científicos que los occidentales
aplicamos desde hace muchos años sean desconocidos
para la mayoría de la población mundial. No
existe ninguna razón que pueda condenar a los pueblos
al regreso a la prehistoria.
Todas
estas razones no están avaladas por la Ciencia sino
solamente por sentencias bíblicas.
Contrariamente,
estamos en condiciones de solucionar todos estos problemas
fundamentales con extrema facilidad. Tenemos los medios y
los conocimientos necesarios para solucionarlos. En realidad
estamos ante una gran crisis de sobreproducción que
no es nueva en el capitalismo pero que ha alcanzado unos
parámetros nunca observados en tiempos pasados y que
solamente es solucionable para el Poder con un gran salto
adelante en la producción y el despilfarro de las
riquezas en los territorios imperiales y una gran
destrucción en el resto del mundo.
La
miseria, el paro y el deterioro de las condiciones de vida
de los pobladores de Derby, de Manchester, de Liverpool, etc
contrastaba con los almacenes repletos de mercancías
de la Inglaterra pionera de la revolución industrial.
La expansión imperialista y el reparto del mundo dio
salida a una gran etapa de sobreproducción en donde
en un corto periodo (1830-1900) el comercio mundial
creció desde los 300 millones de libras esterlinas a
casi los 5.000 millones.
Las
grandes evasiones de Capitales hacia el Imperio no tienen
otro significado tanto si se convierten en Tesoros
(depositados en paraísos fiscales), como si son
despilfarrados en grandes obras suntuarias, como si se
invierten en grandes proyectos de investigación o
tecnológicos (que en función del mercado
serán aplicados o no) o son quemados en ingenios
militares. Inmensas cifras son apartadas de la
producción. La destrucción de Capitales es el
signo más evidente de la incapacidad del sistema para
continuar determinando el desarrollo de la vida social de
los hombres.
EL
MUNDO QUE SE AVECINA
Cuando
el modo de producción es mantenido por la fuerza y la
destrucción constituye la única posibilidad de
su continuidad se abre un periodo de confrontación
social.
Nunca
ningún sistema social ha podido detener el proceso
imparable de la vida humana que empezó en el
Neandertal y que ha continuado hasta la civilización
capitalista. Nuestra Historia no ha sido rectilínea
pero ha evolucionado en una dirección: del individuo
tribal recolector y cazador, autónomo, independiente,
autor de sus propios actos que necesitó vivir en
sociedad y que disputó con otros hombres los recursos
de la naturaleza, al hombre plenamente social. El hombre
social fruto de un proceso histórico colectivo en
donde su propia individualidad solo puede serle otorgada en
y por la sociedad.
Los
hombres que han detentado el Poder nunca han podido detener
este proceso. Ningún modo de producción que ha
determinado durante un espacio de lugar y tiempo el
desarrollo de la vida social, política, intelectual
en general de los hombres y que ha calado en su pensamiento
y en su comportamiento ha sido capaz de detener este
proceso.
Nuestras
anteriores magmas de culturas, identidades, formas tribales,
patriarcales, feudales, nacionales, precapitalistas... son
fragmentadas, disgregadas, destruidas, olvidadas en un abrir
y cerrar de ojos por la fuerza imparable de este proceso. No
podemos volver atrás. Las llamadas de los recogedores
de cadáveres son inútiles: ¡Resucitemos a
la burguesía nacional¡ ¡Resucitemos los
partidos políticos¡ ¡Resucitemos al
artesanado¡ ¡Resucitemos la explotación
fabril¡ ¡Resucitemos a los Sindicatos¡
¡Resucitemos a los reyes y a los césares¡
¡Resucitemos al Estado Social¡ ...
Palabrería en vano.
No
es la conciencia de los hombres la que determina su
existencia, sino su propia existencia social (los lazos que
unen a los hombres en su lucha por la vida en unas
condiciones determinadas) la que determina su conciencia.
Estos
lazos los estamos creando constantemente y los estamos
estrechando en razón a los medios y a los
conocimientos que alcanzamos en un largo proceso cada vez
más imperiosamente colectivo.
Impedir
este proceso es una tarea fracasada.
Nada
podrá impedir que estos lazos a favor de la vida y
del bienestar de los seres humanos se estrechen cada
día con más fuerza, que no usemos para el
beneficio común la gran revolución
científica que hemos alcanzado, que no usemos los
alimentos para comer, las vacunas para curar nuestras
enfermedades, el agua para beber, las fuentes
energéticas para hacer funcionar nuestras
fábricas robotizadas, los medios de
comunicación para generalizar nuevos conocimientos,
nuevas técnicas, nuevos métodos de trabajo,
que las aportaciones de cada individuo sumen a la gran
progresión geométrica de otras aportaciones
(de una ida y vuelta , de un suma y sigue ininterrumpido),..
Nada podrá impedir que la Humanidad en su conjunto
ante tales posibilidades, que nos abren la puerta a una
Historia hasta ahora desconocida, no se ENFRENTE masiva y
decididamente a los sectores privilegiados que intentan
impedir que esta gran revolución se desarrolle.
A
los miedosos, asustados y cobardes que no quieren aceptar
que un mundo nuevo está ya en la antesala, al alcance
de nuestra mano (y que solo intentan reformar el viejo o
regresar al pasado) no quieren aceptar lo más
evidente, la obviedad más manifiesta: Para que la
Humanidad pueda USAR para su beneficio los medios y
conocimientos alcanzados debemos enfrentarnos sin
dilación con la única ley que ha sido
intocable e inamovible a lo largo de nuestra Historia
pasada, la ley que todos ustedes, ciegos del intelecto,
omiten en todos sus escritos , discursos y parrafadas: LA
LEY DE LA PROPIEDAD PRIVADA.
Una
sola ley, defendida con uñas y dientes, ha de
enarbolar la bandera de los ciudadanos del mundo: LA LEY DEL
PATRIMONIO COMUN.
Solamente
de este manera podremos cambiar el rumbo de una etapa de
destrucción y de barbarie a la que la sociedad del
Capital nos lleva irremediablemente. Porque el
callejón, no tengan ustedes ninguna esperanza, no
tiene salida.
ciudadanojosep@hotmail.com
Otros escritos en: http://www.enxarxa.com/G3
Emanzipation
Humanum,
Versión 8. 2002. Serán bienvenidos los
comentarios críticos, las sugerencias sobre la forma
o el contenido y el debate. Queda autorizada la
reproducción, siempre que se respete integramente el
texto, se cite la fuente de procedencia y se envíe un
ejemplar de muestra. Será bienvenida la
traducción del texto a otras lenguas. Previo acuerdo,
se puede modificar y resumir el texto.
http://emanzipationhumanum.de/espanol/hechos.html
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